miércoles, 24 de enero de 2007

13. Decretos (Decreto de Guerra a Muerte)

Entre las medidas dictadas por Bolívar con el propósito de conseguir el apoyo del pueblo, hay que mencionar, en primer término, el Decreto de Guerra a Muerte.

El Decreto de Guerra a Muerte fue un recurso supremo de Bolívar para inculcar en los venezolanos conciencia de patria; para separar los bandos en pugnas, España y Venezuela; transformar la guerra civil que se venia librando en guerra internacional y aíslan a los realistas del pueblo que ciegamente seguía las promesas demagógicas de los caudillos españoles.

Con el Decreto de Guerra a Muerte Bolívar se proponía, además responder con energía a las crueldades de los realistas y establecer un gobierno republicano sin el idealismo y la debilidad que había caracterizado a la Primera República.

Poco antes de iniciar la Campaña Admirable Bolívar había dicho lo siguiente:

<<... El Gobierno debe identificarse al carácter de las circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo ordenan... Sí son calamitosos y turbulentos, el debe mostrarse terrible, y armarse con una firmeza igual a los peligros...>>

Con estos antecedentes, frente a enemigos que no respetaban tratados ni capitulaciones, que no daban cuartel a los republicanos, a los cuales trataban de insurgentes y alzados, Bolívar decidió dictar el terrible decreto, que es sin duda el documento más polémico de su carrera política y militar.

« Españoles y Canarios, contad con la muerte, aún siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América; americanos, contad con la vida, aún cuando seáis culpables.

Venezolanos:

Un ejército de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de la Nueva Granada, ha venido a libertaos, y ya lo tenéis en medio de vosotros, después de haber expulsado a los opresores de las provincias de Mérida y Trujillo.

Nosotros somos enviados a destruir a los españoles a proteger a los americanos y establecer a los gobiernos republicanos que forman la Confederación de Venezuela, los estados que cubren nuestras armas están regidas nuevamente por las antiguas constituciones y magistrados, gozando plenamente de su libertad e independencia, porque nuestra misión sólo se dirige a romper las cadenas de las servidumbres que agobian todavía a algunos de nuestros pueblos.

Esta amnistía se extiende hasta los mismos traidores que más recientemente hayan cometido actos de felonía y será tan religiosamente cumplida, que ninguna razón, causa o pretexto será suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sena los motivos que nos deis para citar nuestra animadversión

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